CONCEPCIONES ACERCA DEL PLACER by Psic. Lissette Valadez Canseco

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Al hablar de placer, se pueden tener ideas erróneas generadas frecuentemente por el miedo a algo que nos es desconocido. Es interesante conocer desde cuándo existe éste concepto y cuáles son las modificaciones que ha sufrido con el paso del tiempo. Muchos han sido los autores que han hecho aportaciones enriqueciendo el concepto; David Barrios comenta que existen comportamientos placenteros que al distinguirse de lo que hace la mayoría de las personas, son condenadas o etiquetadas, así como a los individuos que los practican son calificados de “enfermos”. Regularmente dichas prácticas, al estar alejadas de lo convencional las han colocado en un grupo de “enfermedades sexuales” que han sido denominadas perversiones, aberraciones, desviaciones, degeneraciones, variantes, parafilias, en algunos casos con un afán descalificador y en otros, por considerarlos variaciones de un tipo “natural” de ejercicio erótico: el coito vaginal.

En épocas anteriores, ya se hablaba de éstas diferencias de estímulos, el Marqués de Sade fue criticado duramente por la sociedad francesa por sus escritos que cambiaban el sentido “normal” de la búsqueda del placer. Para él, no sólo el cuerpo era fuente de goce, el dolor, la laceración, la humillación eran aspectos muy importantes para obtener gratificación. Sin embargo, y a pesar de que la mayor parte de la sociedad no estaba de acuerdo, es evidente que aportó muchísimo a la sexualidad, pues así como había gente que lo desacreditaba, también existía otra parte que estaba de acuerdo con él e incluso llevaban a cabo prácticas sadomasoquistas.

Es por ello que al placer no se le restringe, es un punto en un continuo, es toda una gama de sentidos, de aspectos ideales, psicológicos, culturales y sociales que describen cómo las personas obtenemos placer y de maneras tan múltiples. Que no sólo constituye una parte importante del individuo, también tiene como función el desarrollo estable y saludable de la mente de hombres y mujeres.

Una forma para descubrir nuestra sensibilidad y nuestra sensualidad es en el contacto con el propio cuerpo y el cuerpo del otro, vivido como una revelación única. Pues lo que la sociedad actual tiende a identificar como “culto al cuerpo”, no es más que la ideología de una realidad donde hombres y mujeres padecen el maltrato cotidiano; considerando el ritmo de vida que se nos exige, el régimen alimenticio, los horarios de las jornadas, los sistemas de competencia, todo ello negándonos la posibilidad de cuidados elementales como una buena dosis diaria de cariño.

 

Aún en la actualidad se considera que el placer es algo que debe estar oculto, como algo que existe pero disfrazado. Estas ideas que han estado presentes en nuestra cultura, se han encargado de limitar el placer solo a lo genital, dejando de lado la gama de sensaciones que podemos experimentar.

  1. Se puede categorizar al placer de a cuerdo a las siguientes características:a) Fisioplacer: necesidades básicas vividas individualmente, su base es la sobrevivencia; por ejemplo sexo, beber, comer.

    b) Cultiplacer: no son necesidades de sobrevivencia, hay un aprendizaje de por medio y se fundamenta en la cultura. Se subdivide en tres categorías, las cuales son:

  • Psicoplacer: experiencia derivada de actividades iniciadas por personas individuales, no exige la presencia de otra persona; por ejemplo ir al cine, leer, jugar en la computadora.
  • Socioplacer: experiencia derivada de actividades compartidas con una o mas personas; por ejemplo una conversación, bailar, jugar en grupo.
  • Ideoplacer: experiencia derivada de actividades intensamente privadas que van más allá de la vivencia directa e individual que se proyecta hacia “el otro”; por ejemplo la búsqueda de la libertad o crear.

Por otro lado, pero de forma complementaria, Fina Sanz dice que el placer es algo autónomo, es la capacidad que tenemos las personas de gozar, porque nuestro cuerpo es sensible. Habitualmente se ha hecho depender el goce o la respuesta orgásmica de la persona con quien se mantenía una relación, haciéndole responsable. Pero la capacidad de placer depende de la disponibilidad personal más que del virtuosismo ajeno.

Sanz engloba diferentes aspectos en la distinción que hace entre dos tipos de placer: 1) el placer que podríamos considerar como físico (fisiológico, originado por ejemplo por el contacto o fricción de determinadas partes del cuerpo, como los genitales, y 2) el placer erótico, es el que se puede experimentar a través de los sentidos, de las representaciones mentales (fantasías) y sus significados, del contacto físico, más que de la sola fricción corporal, e incluso puede darse sin contacto. Sanz comenta que ambos tipos de placer pueden darse unidos o de manera separada, y sea como sea la experiencia placentera; pero la vivencia subjetiva de placer siempre será distinta entre las personas.

Se han realizado investigaciones en cuanto a la diferencia que tienen hombres y mujeres para conceptuar el placer. Los hombres y las mujeres, tienen en común los fisioplaceres: comer, dormir y sexo; sin embargo, los hombres se inclinan más por los psicoplaceres a diferencia de las mujeres, las cuales se inclinan más por los socioplaceres. En cuanto al concepto placer en la pareja, tanto hombres como mujeres le dan más valor a los socioplaceres.

Claramente se observa que, tanto mujeres como hombres tenemos concepciones distintas, tanto en la vivencia, como en la expresión del placer. Uno de los aspectos primordiales en la conformación de Occidente es que la expresión del placer ha estado solamente dirigida a los miembros del sexo masculino, así como a grupos dominantes de la sociedad, un ejemplo puede ser la mujer como objeto y sobre esto la prostitución.

También varía enormemente la significación atribuida a la sexualidad y las actitudes ante las diversas manifestaciones de la vida erótica, dependiendo la cultura. Algunas sociedades muestran tan poco interés en la actividad erótica que han sido llamadas más o menos “asexuales”.

Sanz comenta que en nuestra tradición cultural el dolor se ha asociado con lo romántico, el amor y el afecto. El dolor es valorizado y el placer penalizado: El goce, el bienestar sin pagar un precio o dolor posterior, produce miedo en cuanto al placer de sensaciones corporales, de imágenes o de pensamientos. Se vive el cuerpo más como un lugar de dolor que como lugar de placer; éste suele asociarse al pecado, lo sucio, lo feo, lo desagradable, lo inmoral, la culpa y el castigo.

Este miedo se asocia  a otro: el miedo a la libertad, en lo relacional se concreta también a la dependencia o “adicción” no sólo sexual sino afectiva, temer gozar por miedo a crear una dependencia afectiva con esa persona. En el terreno social, hay que destacar los escándalos que producen los temas relacionados con el placer sexual, cómo los regímenes represivos y autoritarios. Se tiene una especial preocupación por el goce de la sexualidad como algo peligroso que hay que controlar y vigilar por el temor a la libertad, el descontrol o el desorden.

No existe una forma “normal” de vivenciar el placer, cada quien conforma su mapa erótico con base en experiencias, significados que se asignan, aprendizajes, gustos, necesidades, creencias. Las sensaciones sexuales son personales.

Es importante considerar que debido a nuestro aprendizaje cultural, no contamos con la vivencia del placer al máximo, para ello, debemos reconocer que existen especialistas dedicados a compartir sus conocimientos relacionados con la vivencia integral del placer, no sólo erótico sino el placer por la vida; algo que ha quedado olvidado.

El o la Psicoterapeuta Sexual, nos ayudarán a reencontrar el contacto con el placer olvidado o acercarnos a él como primera vez. El consultar al especialista no significa que tengamos una enfermedad o deba avergonzarnos, simplemente es un deseo de mejorar nuestra calidad de vida y vivencia de nuestra sexualidad.

Bibliografía:

  • Amezcua B. J. (2001). El significado del placer, del dolor y del amor: Una revisión crítica e interpretativa de su estudio en Psicología.
    Tesis de Licenciatura. Facultad de Psicología, México, UNAM.
  • Barrios, M. D. (2005). En las alas del placer. México: Pax.
  • Corres, A., P. (1997). “El placer y sus significados”.En Corres, A. P., Bedolla M. P. y Martínez T. I. (compiladoras).
    Los significados del placer en hombres y mujeres. (pp. 13-68). México: Colección Fontamara.
  • Sanz, F. (1999). Psicoerotismo femenino y masculino. 4ta. ed. Barcelona: Kairós.

Referencia web: http://www.capi.com.mx/noticias51.html

Aumento del riesgo de fracturas de cadera en personas coinfectadas por VIH y hepatitis C

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La reducción de la densidad mineral ósea explicaría la mayor incidencia observada en estos pacientes

Juanse Hernández – 20/06/2012

Según los resultados de un nuevo estudio estadounidense publicado en la revista Hepatology, la coinfección por el VIH y el virus de la hepatitis C (VHC) se asocia con un aumento del riesgo de fractura de cadera. Dado que en personas monoinfectadas por hepatitis C también se aprecia un fenómeno similar, los investigadores especulan que el incremento del riesgo observado podría estar causado por los efectos inflamatorios de estas infecciones virales. Con todo, no descartan que los factores sociales y de estilo de vida puedan, asimismo, desempeñar un papel importante.

Es bien sabido que la infección por hepatitis C se asocia con una disminución de la densidad mineral ósea. Este también es el caso de la infección por VIH y el de algunos fármacos antirretrovirales, en especial tenofovir (Viread®; también coformulado en Truvada®, Atripla® y, próximamente, en Eviplera®). Sin embargo, hasta la fecha todavía no ha sido esclarecida la asociación entre la reducción de la densidad mineral ósea -advertida en el contexto de la monoinfección por hepatitis C y de la coinfección por VIH y VHC- y el riesgo de fractura.

Con el fin de arrojar un poco más de luz sobre esta cuestión, un grupo de investigadores estadounidenses diseñó un gran estudio prospectivo que tenía como objetivo comparar la incidencia y el riesgo de fractura de cadera en más de tres millones de pacientes de acuerdo con su estado serológico a la infección por VIH y hepatitis C.

Los expertos seleccionaron la fractura de cadera como consecuencia de su relación con la disminución de la densidad mineral ósea y por su asociación con el incremento del riesgo de mortalidad.

El estudio incluyó a un total de 3.111.000 personas no infectadas; 277.000 monoinfectadas por hepatitis C; 96.000 pacientes con infección por VIH solamente; y 37.000 personas coinfectadas por VIH y VHC. Todos los sujetos habían recibido atención sanitaria entre 1999 y 2005.

En general, no se hallaron diferencias importantes por lo que respecta a las características de las personas monoinfectadas por hepatitis C, las monoinfectadas por VIH y las coinfectadas por VIH y VHC. Los pacientes que tenían sólo hepatitis C fueron de mayor edad, tuvieron más probabilidades de ser caucásicos y mujeres.

Además, en comparación con las personas que únicamente tenían VIH, las monoinfectadas por hepatitis C mostraron de forma significativa más probabilidades de padecer ciertas afecciones -como por ejemplo, enfermedad cardiovascular, asma, alcoholismo, diabetes, enfermedad renal crónica y artritis reumatoide- de las que se sabe se relacionan con un aumento del riesgo de baja densidad mineral ósea o de caídas.

Los resultados revelan que la incidencia de fractura de cadera fue más baja en los participantes que no tenían ninguna de las dos infecciones (1,29 por 1.000 paciente-años). Dicha tasa se incrementó en el contexto de la monoinfección por VIH (1,95 por 1.000 paciente-años) y de la monoinfección por hepatitis C (2,69 por 1.000 paciente-años). La tasa de incidencia más elevada de todas se registró en los pacientes coinfectados por VIH y VHC (3,06 por 1.000 paciente-años).

Tras ajustas por factores tales como la edad, el sexo y la presencia de otros factores asociados con osteoporosis o caídas, los investigadores hallaron que la coinfección por VIH y VHC se relacionó con un aumento del riesgo de fractura mayor al observado en la monoinfección por hepatitis C (cociente de riesgo [CR]: 1,38; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,25 – 1,53).

Por otra parte, los resultados revelaron que los pacientes coinfectados también tenían más probabilidades de experimentar una fractura de cadera que las personas con infección por VIH solamente (en mujeres, CR: 1,76; IC95%: 1,44 – 2,16; en varones, CR: 1,36; IC95%: 1,20 – 1,55). El riesgo de fractura fue asimismo más elevado en comparación con los participantes que no estaban infectados por ninguno de los dos virus (en mujeres, CR: 2,65; IC95%: 2,21 – 3,17; en varones, CR: 2,20; IC95%: 1,97 – 2,47).

La monoinfección por hepatitis C se asoció con un aumento del riesgo de fractura de cadera en comparación con las personas monoinfectadas por VIH y los pacientes no infectados, sobre todo en personas con edades comprendidas entre 19 y 39 años (en mujeres, CR: 3,56; IC95%: 2,93 – 4,32; en varones, CR: 2,40; IC95%: 2,02 – 2,84).

“La coinfección por VIH y VHC se relacionó con un aumento de las tasas de fractura de cadera en comparación con las personas monoinfectadas por hepatitis C, las monoinfectadas por VIH, y las personas sin ningunos de los dos virus”, apuntan los investigadores. Y añaden: “Los pacientes monoinfectados por VHC tuvieron un aumento del riesgo de fractura de cadera en comparación con las personas no infectadas”.

El estudio no explica cuál es la razón que podría estar detrás de la relación observada. No obstante, los investigadores creen que la causa podría ser debida a los efectos inflamatorios del VIH y el VHC. “Las tasas más elevadas de fracturas apreciadas en las personas coinfectadas por VIH y VHC en comparación con los pacientes que sólo tenían hepatitis C podría ser consecuencia de los efectos añadidos de las terapia antirretroviral sobre la densidad mineral ósea”.

En cualquier caso, los autores del estudio también creen que otros factores pueden desempeñar un papel importante. “El uso de drogas, el consumo elevado de alcohol, un déficit nutricional y la fragilidad en personas con hepatitis C podrían contribuir asimismo en el aumento del riesgo, con independencia del impacto de la infección por VHC sobre la densidad mineral ósea”.

Por tal motivo, los investigadores concluyen: “Se requiere investigación adicional que determine los mecanismos por los cuales la hepatitis C crónica y la coinfección por VIH y VHC afecta a la densidad mineral ósea y a la incidencia de fracturas”.

Fuente: Aidsmap.
Referencia: Lo Re V, Volk J, Newcomb CW, et al. Risk of hip fracture associated with hepatitis C virus infection and hepatitis C/HIV coinfection. Hepatology, online edition. DOI: 10.0112/hep25866, 2012.

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¿Qué HSH podrían obtener un máximo beneficio de la profilaxis preexposición al VIH intermitente?

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Esta estrategia sería más adecuada para aquellos hombres que practican sexo con hombres que mantienen relaciones de riesgo menos de tres veces por semana y que planifican sus encuentros sexuales

Miguel Vázquez – 15/06/2012

Un estudio de EE UU publicado en la edición digital de Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes ha detectado algunos de los requisitos que, teóricamente, deberían cumplir los hombres que practican sexo con otros hombres (HSH) para que tengan más posibilidades de beneficiarse del uso de una profilaxis preexposición intermitente (PPrE). Entre dichas características se encuentran: tener una mayor edad, tener un nivel educativo más elevado, utilizar redes de contacto sexual en internet y mantener relaciones sexuales fuera del contexto de una relación estable.

Los responsables del estudio comprobaron que los hombres que respondían a ese perfil eran más propensos a planificar sus encuentros sexuales y a practicar relaciones sexuales anales menos de tres veces a la semana. Afirman que estos resultados podrían permitir determinar qué población de HSH podría obtener un máximo beneficio de la PPrE intermitente administrada en función de la práctica de la relación sexual.

El pasado mes de noviembre de 2010, se hicieron públicos los resultados del estudio iPrEx, que evidenciaron que el régimen de profilaxis preexposición empleado fue capaz de reducir en un 44% el riesgo de infección por VIH en el conjunto de la población del estudio, compuesta por hombres gais y otros HSH.

Sin embargo, también se ha comprobado que (al margen de las incertidumbres respecto a su precio, posibles efectos secundarios o la aparición de virus resistentes) uno de los principales obstáculos para el éxito de la PPrE es el nivel de adhesión al régimen de fármacos empleado como profilaxis. Por este motivo, se había propuesto que la administración intermitente de la misma podría suponer una estrategia para superar esta limitación. La profilaxis preexposición intermitente centrada en el momento del sexo implica tomar una dosis de terapia antirretroviral antes de la relación sexual de riesgo y, poco después de concluida ésta, la persona tendría que tomarse una segunda dosis.

En relación con esta PPrE intermitente, un equipo de investigadores de EE UU decidió determinar mejor qué características presentaban los HSH que cumplían con estos criterios. Para el ensayo, se contactó con los hombres gais sin VIH a través de de redes sociales en internet a finales de 2010. En todos los casos se trató de hombres sexualmente activos (concepto que se definió como haber practicado una relación sexual anal en el mes anterior).

Los participantes proporcionaron datos personales, así como información sobre sus comportamientos sexuales de riesgo, el modo en el que planificaban sus encuentros sexuales, cómo utilizaban las redes de contactos sexuales y también si mantenían alguna relación estable.

En el estudio participaron un total de 1.013 hombres. La mediana de edad fue de 28 años y la mayoría (56%) declararon que su última relación anal se realizó sin protección. Cuando se preguntó por su actividad sexual en la semana previa, el 49% de los varones indicaron que no habían mantenido ninguna relación sexual, el 27% afirmaron haber practicado sexo una vez y el 9%, haberlo hecho dos días. El 15% restante informaron de que había practicado sexo tres o más días de la semana.

La mitad de los hombres comunicaron que su último encuentro sexual no había sido previsto y en el 8% de los casos, el plan se había hecho unos pocos minutos antes. El resto de los hombres señalaron que los planes de los encuentros sexuales se habían planeado con horas de antelación (en el 22% de los casos), con una anticipación de uno a tres días (11%), o con más de tres días de previsión (8%).

En total, en el 31% de los hombres se registró tanto una menor frecuencia en las relaciones sexuales como una planificación de las mismas y, en consecuencia, serían posibles candidatos para la PPrE intermitente.

Entre los factores relacionados con unas prácticas sexuales menos frecuentes y su planificación en el tiempo estuvieron la mayor edad (mediana de 30 años frente a 27; p <0,001), una mayor probabilidad de contar con una educación universitaria (46 frente al 32%; p <0,001), haberse realizado una prueba del VIH en los últimos doce meses (54 frente a 47%; p= 0,033), usar redes de contacto sexual por internet al menos una vez a la semana (55 frente al 44%; p= 0,001) y que el último encuentro sexual se produjera con una pareja no comprometida (60 frente al 38%; p <0,001).

Los autores del estudio concluyen que el conocimiento adicional sobre la frecuencia y planificación sexual resultará crucial para identificar qué población de HSH será la que más provecho podría extraer de la profilaxis preexposición intermitente. La dosificación diaria de tenofovir/emtricitabina seguirá siendo la opción de PPrE más adecuada para los HSH en situación de alto riesgo de infección por VIH que declaren una actividad sexual más frecuente o menos planificada.

Fuente: Aidsmap.
Referencia: Volk JE, et al. Sexual frequency and planning among at-risk men who have sex with men (MSM) in the US: implications for event-based intermittent pre-exposure prophylaxis (PrEP). J Acquir Immune Defic Syndr, online edition. DOI: 10.1097/QAI.0b013e31825bd87d, 2012.

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El cáncer anal podría progresar más rápido en personas con VIH

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Una nueva terapia basada en cuatro tratamientos se muestra segura y eficaz

Francesc Martínez – 14/06/2012

Dos presentaciones realizadas en el marco del Encuentro de la Sociedad de Oncología Clínica de EE UU (ASCO, en sus siglas en inglés), celebrado recientemente en Chicago, han descrito, de forma respectiva, aspectos relativos a la progresión del cáncer anal en personas con VIH y al uso de una combinación de cuatro terapias para su tratamiento.

Los cánceres causados por virus oncogénicos, tales como el cáncer de cuello de útero o el cáncer anal –cuyo responsable es el virus del papiloma humano (VPH)–, tienen una especial importancia en la población con VIH, ya que el VPH se elimina con mayor dificultad en las personas infectadas que en las seronegativas, hecho que facilita la progresión de la infección, incrementando las probabilidades de experimentar dichos cánceres.

En la primera de las presentaciones, un equipo de investigadores estadounidenses llevó a cabo un estudio retrospectivo de 35 personas con VIH y cáncer anal invasivo, cuyos resultados fueron comparados con los de 52 personas sin VIH con el mismo tipo de cáncer. Los participantes de ambos grupos recibieron el mismo tratamiento: radioterapia, mitomicina-C y 5-fluorouracilo.

Las personas con VIH tenían una edad media inferior a la de las personas no infectadas (44 y 52 años, respectivamente).

En el grupo con VIH había una mayor proporción de hombres (89 y 52%, de forma respectiva) y de personas de etnia negra (82 y 48%, de forma respectiva).

Las proporciones de personas con cánceres en estadios avanzados (IIIA o IIIB) fueron similares en ambos grupos (45% y 46% en personas con y sin VIH, respectivamente). No obstante, mientras que el 15% de las personas sin VIH tenían cáncer en estadio IV, ninguna de las seropositivas había alcanzado dicho estadio al entrar en el estudio.

En promedio, el tiempo hasta experimentar recurrencia local del cáncer fue 20 meses inferior en el grupo con VIH.

La mediana del tiempo de supervivencia fue de 34 meses en el brazo con VIH y de 39 en el de pacientes sin VIH, diferencia que no alcanzó valores significativos. Las diferencias se mantuvieron estables al ajustar en función de los niveles de CD4. Sin embargo, mientras que ningún participante con VIH sobrevivió más de 90 meses, el 22% de aquellos no infectados sobrevivió 120.

La similitud en la mediana del tiempo de supervivencia, aun cuando la progresión local tenía lugar 20 meses antes en el grupo con VIH, se explicaría por la mayor presencia de personas con cáncer en estadio IV en el grupo de seronegativos. Este hecho implicaría una mayor agresividad del cáncer anal en personas con VIH.

En la segunda presentación, un equipo de investigadores de Nueva York (EE UU) analizó los resultados de los ensayos clínicos de fase II con una terapia cuádruple para el carcinoma anal de células escamosas –el más común–. Dicha combinación consistía en radioterapia, el anticuerpo monoclonal cetuximab y los agentes quimioterápicos 5-fluorouracilo y cisplatino.

En uno de los dos estudios (AMC045) participaron personas con VIH, mientras que en el otro (ECOG 3205) únicamente fueron incluidas personas seronegativas.

De los 45 participantes con VIH, el 24% tenía cáncer anal en estadio I, el 42% en estadio II y el 34% en estadio III. De las 28 personas sin VIH, las tasas correspondientes fueron, respectivamente, del 11%, 50% y el 39% para los tres estadios.

El 82% de los participantes con VIH y el 79% de aquellos sin VIH completaron el protocolo de tratamiento. Los acontecimientos adversos de tipo inmunitario de grados 1 o 2 fueron poco frecuentes (4% y 8% de los participantes con y sin VIH, de forma respectiva).

El 7% de las personas con VIH y el 14% de las no infectadas por el virus tuvieron que ser sometidas a colostomía.

Las tasas de supervivencia libre de progresión a los dos años fueron del 80% en el grupo con VIH y del 92% en el grupo sin VIH.

Las tasas de supervivencia global a dos años fueron del 89% en el brazo con VIH y del 93% en el de personas no infectadas por el virus.

Los investigadores concluyeron que, a la luz de los datos de eficacia y seguridad observados en el estudio, la terapia cuádruple es eficaz para el tratamiento de carcinomas anales de células escamosas, tanto en personas con VIH como en aquellas no infectadas.

Fuente: HIVandHepatitis.
Referencias: Rubinstein PG, Sreenivasappa SB, Gupta S, et al. Concurrent chemoradiotherapy with 5-fluorouracil and mitomycin-C for invasive anal carcinoma in HIV-positive patients receiving highly active anti-retroviral therapy versus non-HIV patients. American Society of Clinical Oncology Annual Meeting (ASCO 2012). Chicago, June 1-5, 2012. Journal of Clinical Oncology 30 (supplement). Abstract e14590.

Garg M, Lee JY, Kachnic LA, et al. Phase II trials of cetuximab (CX) plus cisplatin (CDDP), 5-fluorouracil (5-FU) and radiation (RT) in immunocompetent (ECOG 3205) and HIV-positive (AMC045) patients with squamous cell carcinoma of the anal canal (SCAC): Safety and preliminary efficacy results. American Society of Clinical Oncology Annual Meeting (ASCO 2012). Chicago, June 1-5, 2012. Journal of Clinical Oncology 30 (supplement). Abstract 4030.

Algunas creencias erróneas de los pacientes con VIH podrían afectar a la adhesión al tratamiento antirretroviral

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La mitad de los participantes de un estudio se saltan de forma intencionada la toma de la medicación cuando consumen alcohol.

Juanse Hernández – 13/06/2012

De acuerdo con un estudio cuyos resultados se han dado a conocer en la VII Conferencia Internacional sobre Adhesión a la Prevención y Tratamiento del VIH, celebrada a principios de junio en Miami (EE UU), la mitad de las personas con VIH que beben alcohol y toman tratamiento antirretroviral se saltan o interrumpen de forma intencionada su medicación cuando consumen alcohol bajo la creencia errónea de que combinar los fármacos antirretrovirales y las bebidas alcohólicas podría producir una combinación tóxica.

Se trata de un estudio prospectivo que evaluó las creencias de los pacientes acerca de mezclar alcohol y fármacos antirretrovirales. Según Seth Kalichman, investigador principal del estudio, no es una buena decisión que un paciente interrumpa la toma de su medicación antirretroviral, sin embargo, un buen número de personas con VIH eligen saltarse la toma del tratamiento cuando consumen alcohol.

“Muchas personas, no sólo las que tienen VIH sino también otros pacientes con enfermedades crónicas distintas, creen que si mezclan sus medicamentos con alcohol el resultado puede ser un veneno tóxico que podría ser nocivo”, ha señalado Kalichman a Medscape Medical News, subrayando que: “No existen indicios de que mezclar alcohol [con fármacos antirretrovirales] incremente el daño que produce éste por sí mismo”. Un escenario muy distinto, de acuerdo com Kalichman, sería cuando una persona con VIH tiene, además, una enfermedad del hígado, como por ejemplo una hepatitis viral, lo que sería motivo suficiente para no tomar alcohol con el fin de evitar un mayor daño al hígado y la progresión de la hepatopatía.

El estudio inscribió un total de 178 personas con VIH que consumían alcohol de forma habitual y estaban recibiendo tratamiento antirretroviral. Los investigadores realizaron un seguimiento de la cohorte de pacientes durante un período de 12 meses con el fin de observar cuántos de ellos tenían esta falsa creencia y si los que la tenían eran menos adherentes al tratamiento que aquellos que no tenían dicha creencia.

Los participantes disponían de un diario electrónico en su teléfono móvil y se les mandaba mensajes de texto recordándoles que anotaran en sus diarios si habían consumido alcohol, qué habían tomado y en qué cantidad.

La adhesión al tratamiento se evaluó por medio de recuentos mensuales de pastillas que se realizaron sin previo aviso (a los pacientes se les contactaba y se les pedía que contaran sus pastillas), de los informes de los propios pacientes, y de la carga viral del VIH.

El estudio halló que 90 pacientes (51%) se saltaron o interrumpieron la toma de su medicación antirretroviral cuando bebieron alcohol. La razón más frecuente para no tomar los fármacos cuando se bebía alcohol fue la creencia de que si lo hacían resultaría peligroso para su salud.

Los pacientes que consideraban de forma errónea que la combinación de alcohol y antirretrovirales podría ser explosiva tuvieron tres veces más probabilidades de ser pacientes no adherentes al tratamiento que los participantes que no tenían esta creencia equivocada, siendo la diferencia significativa (p <0,01).

Asimismo, el estudio reveló que aquellos pacientes con dicha falsa percepción sobre el alcohol y los antirretrovirales también mostraron menos probabilidades de tener su infección por VIH controlada, y más probabilidades de tener su recuento de células CD4 por debajo de 200 células/mm3.

Según los autores, dicha creencia acerca de una posible interacción tóxica entre el alcohol y los antirretrovirales fue un factor pronóstico de no adhesión al tratamiento que se relacionó incluso más que el consumo de alcohol por sí mismo.

El Dr. Kalichman apunta que las creencias erróneas podrían ser fácilmente corregidas. “Los médicos pueden explicar a sus pacientes que si una persona con VIH que está tomando tratamiento antirretroviral bebe alcohol en abundancia existe el riesgo de que pueda olvidar tomar la medicación dado que el alcohol interfiere con la adhesión, y así corregir la falsa creencia de que es mejor saltarse la dosis de tratamiento cuando se toman bebidas alcohólicas. Cuando este hecho se produce, el efecto nocivo de saltarse el tratamiento es mucho peor que el daño de beber mientras se toman medicamentos contra el VIH”.

Con todo, resulta importante que los médicos se tomen el tiempo necesario para asegurarse de que las personas con VIH entienden aspectos importantes que tienen que ver con el tratamiento antirretroviral y su eficacia, dado que en ocasiones los pacientes no saben cómo abordar en la consulta temas que les preocupan por miedo a ser juzgados por sus especialistas debido a su hábitos o costumbres, como por ejemplo, el consumo de alcohol y drogas.

Fuente: Medscape / Elaboración propia.
Referencia: Kalichman S, Amaral C, Grebler T, et al. Intentional Non-Adherence to Antiretroviral Medications among Alcohol Drinkers: Prospective Study of Interactive Toxicity Beliefs. 7th International Conference on HIV Treatment and Prevention Adherence. Abstract 80461

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Acciones Urgentes de Prevención para Gonorrea: OMS

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Millones de personas con gonorrea pueden estar en riesgo de quedarse sin opciones de tratamiento a menos que se tomen medidas urgentes, alertó el pasado miércoles la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un comunicado.

6 Junio 2012 | Génova / WHO – OMS

Varios países, incluidos Australia, Francia, Japón, Noruega, Suecia y Reino Unido, están reportando casos de resistencia a antibióticos de cefalosporina, última opción de tratamiento contra la infección de transmisión sexual (ITS): gonorrea.

El organismo estimó que cada año 106 millones de personas adquieren esta ITS.

“La gonorrea se está convirtiendo en un importante problema de salud pública, ante la alta incidencia de infecciones acompañadas por la disminución de las opciones de tratamiento”, dijo el experto del Departamento de Salud Reproductiva e Investigación de la OMS, Manjula Lusti-Narasimhan.

“Los datos disponibles sólo muestran la punta del iceberg. Sin una vigilancia adecuada no vamos a saber el grado de resistencia a la gonorrea, y sin la investigación de nuevos agentes antimicrobianos pronto podría ser un tratamiento ineficaz para los pacientes”, advirtió.

Nueva guía

En una nueva guía publicada ayer, la OMS hace un llamado para ejercer una mayor vigilancia sobre el uso correcto de los antibióticos y más investigación en los regímenes de tratamiento alternativos para las infecciones gonocócicas.

El Plan de Acción Mundial para controlar la propagación y el impacto de la resistencia de la Neisseria gonorrea también exige una mayor supervisión y presentación de informes de cepas resistentes, así como una mejor prevención, diagnóstico y control de infecciones gonocócicas.

En los últimos tiempos la gonorrea ha desarrollado resistencia a muchos de los antibióticos comunes que se utilizan como tratamiento, incluidas penicilina, tetraciclina y quinolonas, subrayó la OMS.

“Estamos muy preocupados por los recientes informes sobre el fracaso del tratamiento a partir de la última opción de tratamiento eficaz —las cefalosporinas—, ya que no hay nuevos fármacos terapéuticos en desarrollo”, alertó Lusti-Narasimhan.

El experto consideró que de seguir propagándose este tipo de infecciones gonocócicas intratables, las implicaciones para la salud serían significativas.

La resistencia antimicrobiana es causada por el acceso sin restricciones a los antimicrobianos, el uso excesivo y la mala calidad de los antibióticos, así como mutaciones genéticas naturales dentro de los organismos patógenos.

Además, las cepas de gonorrea tienden a retener la resistencia genética a los antibióticos anteriores, incluso después de que su uso ha sido descontinuado.

Faltan datos

El alcance de esta resistencia en todo el mundo no se conoce debido a la falta de datos fiables para la gonorrea en muchos países y de investigación insuficiente.

la gonorrea no tratada puede causar problemas de salud en hombres, mujeres y recién nacidos, incluyendo infección de la uretra, cuello del útero y del recto.

Además puede provocar infertilidad en hombres y mujeres, un riesgo significativamente mayor de infección por VIH y su transmisión, embarazo ectópico, aborto espontáneo, partos prematuros y muertes fetales.

También puede causar infecciones graves en los ojos de los bebés nacidos de mujeres con gonorrea no tratada, que puede conducir a la ceguera.

La OMS recordó que la gonorrea puede prevenirse a través de relaciones más seguras con el uso del preservativo. La detección temprana y el tratamiento oportuno, son esenciales para controlar las infecciones de transmisión sexual.

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