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Al hablar de placer, se pueden tener ideas erróneas generadas frecuentemente por el miedo a algo que nos es desconocido. Es interesante conocer desde cuándo existe éste concepto y cuáles son las modificaciones que ha sufrido con el paso del tiempo. Muchos han sido los autores que han hecho aportaciones enriqueciendo el concepto; David Barrios comenta que existen comportamientos placenteros que al distinguirse de lo que hace la mayoría de las personas, son condenadas o etiquetadas, así como a los individuos que los practican son calificados de “enfermos”. Regularmente dichas prácticas, al estar alejadas de lo convencional las han colocado en un grupo de “enfermedades sexuales” que han sido denominadas perversiones, aberraciones, desviaciones, degeneraciones, variantes, parafilias, en algunos casos con un afán descalificador y en otros, por considerarlos variaciones de un tipo “natural” de ejercicio erótico: el coito vaginal.

En épocas anteriores, ya se hablaba de éstas diferencias de estímulos, el Marqués de Sade fue criticado duramente por la sociedad francesa por sus escritos que cambiaban el sentido “normal” de la búsqueda del placer. Para él, no sólo el cuerpo era fuente de goce, el dolor, la laceración, la humillación eran aspectos muy importantes para obtener gratificación. Sin embargo, y a pesar de que la mayor parte de la sociedad no estaba de acuerdo, es evidente que aportó muchísimo a la sexualidad, pues así como había gente que lo desacreditaba, también existía otra parte que estaba de acuerdo con él e incluso llevaban a cabo prácticas sadomasoquistas.

Es por ello que al placer no se le restringe, es un punto en un continuo, es toda una gama de sentidos, de aspectos ideales, psicológicos, culturales y sociales que describen cómo las personas obtenemos placer y de maneras tan múltiples. Que no sólo constituye una parte importante del individuo, también tiene como función el desarrollo estable y saludable de la mente de hombres y mujeres.

Una forma para descubrir nuestra sensibilidad y nuestra sensualidad es en el contacto con el propio cuerpo y el cuerpo del otro, vivido como una revelación única. Pues lo que la sociedad actual tiende a identificar como “culto al cuerpo”, no es más que la ideología de una realidad donde hombres y mujeres padecen el maltrato cotidiano; considerando el ritmo de vida que se nos exige, el régimen alimenticio, los horarios de las jornadas, los sistemas de competencia, todo ello negándonos la posibilidad de cuidados elementales como una buena dosis diaria de cariño.

 

Aún en la actualidad se considera que el placer es algo que debe estar oculto, como algo que existe pero disfrazado. Estas ideas que han estado presentes en nuestra cultura, se han encargado de limitar el placer solo a lo genital, dejando de lado la gama de sensaciones que podemos experimentar.

  1. Se puede categorizar al placer de a cuerdo a las siguientes características:a) Fisioplacer: necesidades básicas vividas individualmente, su base es la sobrevivencia; por ejemplo sexo, beber, comer.

    b) Cultiplacer: no son necesidades de sobrevivencia, hay un aprendizaje de por medio y se fundamenta en la cultura. Se subdivide en tres categorías, las cuales son:

  • Psicoplacer: experiencia derivada de actividades iniciadas por personas individuales, no exige la presencia de otra persona; por ejemplo ir al cine, leer, jugar en la computadora.
  • Socioplacer: experiencia derivada de actividades compartidas con una o mas personas; por ejemplo una conversación, bailar, jugar en grupo.
  • Ideoplacer: experiencia derivada de actividades intensamente privadas que van más allá de la vivencia directa e individual que se proyecta hacia “el otro”; por ejemplo la búsqueda de la libertad o crear.

Por otro lado, pero de forma complementaria, Fina Sanz dice que el placer es algo autónomo, es la capacidad que tenemos las personas de gozar, porque nuestro cuerpo es sensible. Habitualmente se ha hecho depender el goce o la respuesta orgásmica de la persona con quien se mantenía una relación, haciéndole responsable. Pero la capacidad de placer depende de la disponibilidad personal más que del virtuosismo ajeno.

Sanz engloba diferentes aspectos en la distinción que hace entre dos tipos de placer: 1) el placer que podríamos considerar como físico (fisiológico, originado por ejemplo por el contacto o fricción de determinadas partes del cuerpo, como los genitales, y 2) el placer erótico, es el que se puede experimentar a través de los sentidos, de las representaciones mentales (fantasías) y sus significados, del contacto físico, más que de la sola fricción corporal, e incluso puede darse sin contacto. Sanz comenta que ambos tipos de placer pueden darse unidos o de manera separada, y sea como sea la experiencia placentera; pero la vivencia subjetiva de placer siempre será distinta entre las personas.

Se han realizado investigaciones en cuanto a la diferencia que tienen hombres y mujeres para conceptuar el placer. Los hombres y las mujeres, tienen en común los fisioplaceres: comer, dormir y sexo; sin embargo, los hombres se inclinan más por los psicoplaceres a diferencia de las mujeres, las cuales se inclinan más por los socioplaceres. En cuanto al concepto placer en la pareja, tanto hombres como mujeres le dan más valor a los socioplaceres.

Claramente se observa que, tanto mujeres como hombres tenemos concepciones distintas, tanto en la vivencia, como en la expresión del placer. Uno de los aspectos primordiales en la conformación de Occidente es que la expresión del placer ha estado solamente dirigida a los miembros del sexo masculino, así como a grupos dominantes de la sociedad, un ejemplo puede ser la mujer como objeto y sobre esto la prostitución.

También varía enormemente la significación atribuida a la sexualidad y las actitudes ante las diversas manifestaciones de la vida erótica, dependiendo la cultura. Algunas sociedades muestran tan poco interés en la actividad erótica que han sido llamadas más o menos “asexuales”.

Sanz comenta que en nuestra tradición cultural el dolor se ha asociado con lo romántico, el amor y el afecto. El dolor es valorizado y el placer penalizado: El goce, el bienestar sin pagar un precio o dolor posterior, produce miedo en cuanto al placer de sensaciones corporales, de imágenes o de pensamientos. Se vive el cuerpo más como un lugar de dolor que como lugar de placer; éste suele asociarse al pecado, lo sucio, lo feo, lo desagradable, lo inmoral, la culpa y el castigo.

Este miedo se asocia  a otro: el miedo a la libertad, en lo relacional se concreta también a la dependencia o “adicción” no sólo sexual sino afectiva, temer gozar por miedo a crear una dependencia afectiva con esa persona. En el terreno social, hay que destacar los escándalos que producen los temas relacionados con el placer sexual, cómo los regímenes represivos y autoritarios. Se tiene una especial preocupación por el goce de la sexualidad como algo peligroso que hay que controlar y vigilar por el temor a la libertad, el descontrol o el desorden.

No existe una forma “normal” de vivenciar el placer, cada quien conforma su mapa erótico con base en experiencias, significados que se asignan, aprendizajes, gustos, necesidades, creencias. Las sensaciones sexuales son personales.

Es importante considerar que debido a nuestro aprendizaje cultural, no contamos con la vivencia del placer al máximo, para ello, debemos reconocer que existen especialistas dedicados a compartir sus conocimientos relacionados con la vivencia integral del placer, no sólo erótico sino el placer por la vida; algo que ha quedado olvidado.

El o la Psicoterapeuta Sexual, nos ayudarán a reencontrar el contacto con el placer olvidado o acercarnos a él como primera vez. El consultar al especialista no significa que tengamos una enfermedad o deba avergonzarnos, simplemente es un deseo de mejorar nuestra calidad de vida y vivencia de nuestra sexualidad.

Bibliografía:

  • Amezcua B. J. (2001). El significado del placer, del dolor y del amor: Una revisión crítica e interpretativa de su estudio en Psicología.
    Tesis de Licenciatura. Facultad de Psicología, México, UNAM.
  • Barrios, M. D. (2005). En las alas del placer. México: Pax.
  • Corres, A., P. (1997). “El placer y sus significados”.En Corres, A. P., Bedolla M. P. y Martínez T. I. (compiladoras).
    Los significados del placer en hombres y mujeres. (pp. 13-68). México: Colección Fontamara.
  • Sanz, F. (1999). Psicoerotismo femenino y masculino. 4ta. ed. Barcelona: Kairós.

Referencia web: http://www.capi.com.mx/noticias51.html